El dúo Mariano y Puigdemont

El dúo Mariano y Puigdemon

 

Este Gobierno pilotado por Mariano Rajoy no da con la tecla -claro está que su presidente maneja con destreza el mando a distancia en cada partido de LaLiga o Champion league- y manda paracaidistas a Cataluña, tal como Soraya, quien apenas sabe catalán y desconoce con mucho el sentimiento de esta región, a fin de que el artículo 155 consiga hacer converso a Puigdemont o a quien este delegue. En realidad, ambos gerifaltes conviven y precisan de su propia oligarquía organizada, pues viven en el mismo periplo histórico, pero sin entenderse cada cual de la postura del otro desde su respectivo territorio -a todo esto territorios pertenecientes a la misma nación española-.

Lo que no cabe duda es que pasa el tiempo y el desastre de las supuestas negociaciones -nunca visualizadas o dadas a conocer, tal vez porque son inexistentes- está causando al ciudadano de a pie un vértigo tenebroso ante una parálisis también aciaga y la inminencia de un incierto desenlace final, así considerado por expertos politólogos, de que sea este cual sea, será perjudicial para todo el Estado.

El encaje nacional, no solo de Cataluña sino del resto de las regiones de España, se debe sustentar en dos sistemas de abrumadora autonomía cultural y financiera.Algo bulle en una región en la que las inclinaciones secesionistas solo pueden producir una convivencia frágil y carente de toda virtud de unidad y cooperación, formándose lo que nadie desea, dos tipos de ciudadanos, predispuestos a un nocivo enfrentamiento sine die y, por tanto, sin ventajas ni progreso para las dos partes enfrascadas y divididas.

Vicente Montejano Conejero
Baiona
03.03.2018 | 04:55

PÓKER DE HIPÓCRITAS

Juego de tronos entre los gerifaltes catalanes y del Gobierno de la Nación. Llevamos así una década, por acortar el tiempo, y todo se desgaja por el hecho de creer que los territorios son más importantes que las personas.

Son horas de banderas, horas de falsos patriotas, de un lado y del otro, que proclaman fidelidad y no sé cuantas cosas más por el país y luego muchos de ellos conceden fiscalidades en otros países allende los mares.

Estoy harto de tanta premeditación y juego al azar, como si la política fuera una partida de póker, negando cualquier solidaridad sobre unas reglas de juego que no respeta la mesa, saliendo, eso sí y sin cartas, un póker de hipócritas.

De fondo, quimeras de humo, pues ya no se fuma sino se contamina con postverdades y contaminaciones acústicas y de medio ambiente, formándose entre todos una panda de osados y atrevidos bandarras que se han subido al proscenio tras abandonar las bambalinas para representar cualquier absurdo de Ionesco –con perdón-, agotando así al mero espectador y resignado contribuyente al que le hacen pagar la entrada por este esperpéntico sainete político en tres actos, que nos fatiga, agota y tortura.

Cada acto, los irreconciliables protagonistas van pisando el guión sucio del otro, acusándose mutuamente de pecados capitales de los que no hacen penitencia y autocrítica alguna. A, que se alimenta de ventas de armas a regímenes dictatoriales; B, de recibir dinero por asesoramiento a dichos regímenes; C, de querer irse de un Estado más corrupto que ellos; D, de festejar continuamente el día de la banderita…

Ante tal disfunción, el pueblo llano está harto ya de estar harto. Lancemos, pues, ese viejo eslogan de «No pasarán», y luchemos todos juntos porque tal denigrante espectáculo, nada gratis para nadie, no nos lleve a un preámbulo peor ya conocido de guerra infernal. No nos rindamos y tendamos nuestra manos unidas pero sobre todo nunca nos hinquemos en cuclillas.