si Galileo levantara la cabeza….
Científicos británicos relacionan la ideología política con el volumen de materia gris
Una resonancia magnética del cerebro podría bastar para distinguir a Zapatero de Rajoy. Eso es lo que nos vienen a decir investigadores del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College London, que han investigado si la estructura cerebral varía en función de la ideología política de cada individuo.
Su trabajo aparece en Current Biology (2011; 10. 1016/j.cub. 2011.03.017) y en él explican que, según estudios previos, las ideas políticas están influidas tanto por factores genéticos como ambientales. Además, investigaciones recientes han observado que una región del cerebro, el córtex cingulado anterior, parece estar relacionada con la capacidad para arreglárselas con informaciones contradictorias, rasgo psicológico que los autores vinculan a la ideología liberal.
Pues bien, el Dr. Ryota Kanai, principal autor de este estudio, explica que las personas que se autodefinen como liberales tienen un córtex cingulado anterior de mayor tamaño que las que se declaran conservadoras. En cuanto a estas últimas, resulta que su amigdala derecha, área del cerebro implicada en la capacidad de reconocer una amenaza, es más grande que la de los autoproclamados liberales. En definitva, se trataría de “la primera evidencia neurocientífica de diferencias biológicas entre liberales y conservadores”, afirma.
La investigación consistió en obtener y analizar imágenes de resonancia magnética estructural, tecnología con la que midieron el volumen de materia gris de un amplio grupo de individuos jóvenes. Además, los autores explican que replicaron los resultados en una muestra adicional e independiente de participantes.
Comentan que investigaciones anteriores han mostrado que las personas conservadoras son más sensibles a la amenaza o a la ansiedad cuando se enfrentan a situaciones de incertidumbre, mientras que la gente de izquierdas parece estar más abierta a nuevas experiencias. Son formas de pensar que, según el D. Kanai, también son visibles en la propia materia gris. Sin embargo, el autor no se aventura a asegurar si es antes el huevo o la gallina, o lo que es lo mismo, si la ideología da forma al cerebro o si este determina la tendencia política. Podría ser interesante repetir el estudio con algún grupillo de tránsfugas para ahondar en esta cuestión.
Además, está claro que no todo el mundo es conservador o liberal. “En principio –dice el autor-, nuestro método de investigación puede aplicarse a encontrar diferencias cerebrales en dimensiones políticas más allá de la simplista comparación de gente de derechas frente a gente de izquierdas”, y admite que “tal vez haya diferencias cerebrales que expliquen por qué hay personas a las que no les interesa nada la política o por qué hay partidarios del Mac y partidarios del PC”. Aclaremos que se refiere a ordenadores, no al Partido Comunista.
Todo esto me ha recordado que en 1967 un tipo llamado Kavelock Elliot publicó un estudio titulado On Penises (Sobre los penes) donde relacionaba el tamaño del miembro masculino con características de todo tipo. Uno de sus hallazgos fue que los conservadores republicanos estadounidenses lo tenían más grande que los demócratas. Decía que los hombres simpatizantes con las ideologías de izquierdas tendían a estar por debajo de la media en cuanto a longitud del pene en el 69,8% de los casos. Un especialista llamado M.F. Van Driel hizo referencia a ese desconcertante descubrimiento en un editorial de European Urology Today en 1998, donde finalizaba con una advertencia para tránsfugas y chaqueteros: “Desgraciadamente, la posibilidad de que un hombre pudiera alterar el tamaño de su pene votando a partido diferente fue desechada por este investigador y parecía cierta”.