La vida es una ilusión mágica con un itinerario similar al que realiza un funambulista, de equilibrio y caída en un acto pero con descanso entre juventud y madurez.
Se acaba la obra y desaparece la magia y no queda ni siquiera el recuerdo de lo que todo fue ya que quienes lo ostentan son también efímeros y, tanto, legados como sueños dejan de existir.
A esa magia de no saber de dónde viene y dónde acaba y con un guión hecho sobre el agua, que se desdibuja y no perdura, sólo en la mente del que lo realiza, se llama vida.
Agua, pues, somos, con un estuario de energía que se diluye continuamente sin rumbo conocido ni con qué función se expande, sin partida ni llegada y sólo con encuentros fortuitos en el camino del que no se sabe dónde conduce y cuáles son las claves de su aparición y desaparición.
Nuestra corta presencia en este mundo no son más que imágenes diluyentes como chispas sin incendios, sin existencia vital física ni tiempo.
¿De qué materia se hizo el Universo y adónde nos lleva su magia en su espacio pleno?. Todo existe sin existir y en esa sempiterna contradicción forjamos el término vida a cada instante donde sólo se transpira, sin tener en cuenta que el aliento de la vida no surge de un corazón que late sino de la propia vida forjada en presentes continuos que de inmediato se convierten en pasados irrecuperables.
Un guión sin medida que gravita recordando a un disco vinilo que dando vueltas armoniza y musiquea sin que se desprenda ninguna voz, ningún ruido, y sólo entreabriéndose la luz estelar iluminando tal magia del Universo, donde implícitamente, seres humanos o conocimientos, quedan en un simple encendido que en décimas se apaga, logrando acaso una chispa sin continuidad ni tiempo.
Vicente Montejano Conejero