De gesto bonancible y retranca generosa, Mariano es todo un personaje que cruza la estepa llena de nieve y lluvia sin percatarse que el temporal va inundando los caminos por los que corretea sosegadamente en tanto que la oposición, fragmentada, desafina y sus pasos pretenciosamente melódicos no alcanzan un mi bemol final que sintonice con la ciudadanía, ésta totalmente mojada, sin capucha, ni katiuska como para afrontar la borrasca política y social en la que se halla.
Y en este ves y vas el ciudadano contempla como el jefe del Gobierno ralentiza su correría e inicia a marcarse un Rajoy a la hispana que no es otra peripecia que intentar amainar los malos tiempos que corren con un lenguaje que no entienden ni siquiera sus seguidores.
La oposición denuncia la subida experimentadas de las pensiones en un 0,25 por ciento, pues si se vinculan al crecimiento económico, del que tanto alardea el Gobierno, la califica como un grave insulto a la inteligencia para aquellas personas que trabajaron durante cuarenta años y que trajeron con su esfuerzo prosperidad a todo el Estado. Pero a esa pretendida subida de las pensiones a tenor del IPC que exige la oposición, Mariano se convierte en un chistoso Demóstenes pero pecando de mal orador, en tanto lanza su abrazo reparador e invoca al precepto constitucional por él modificado en 2014 y que impide cualquier tramitación parlamentario que suponga aumento de gasto o disminución de ingresos sobre la ley de presupuesto, negando en todo momento que haya recortes sino meramente una necesaria moderación.
En esa rigidez insolidaria y cadavérica de Mariano y su gobierno subsiste ese escape o donaire de relajarse así mismo y marcarse otro Rajoy a la gallega, de “que se estrellen los otros que yo estoy parao”, careciendo de cualquier movimiento implícitamente autocrítico y por ende enrocarse en el fracaso sufrido en Cataluña, sumado a ir recibiendo golpe tras golpe de modo imperturbable, huelgas, manifestaciones y desafecciones a su sigla política, sin mover ficha y viendo alancear a C’s como primera fuerza política.
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