CALLE DE LA MIERDA

TIEMPO, de TV y Móvil anuncian en el día presente: Buen tiempo, sin embargo, la realidad es muy contraria, orvallo, chirimiri o simplemente lluvia que cae del cielo. Mientras, en el entorno del crucero de Santísima Trinidad, dos nativas charlan en este espacio grisáceo matinal: Una le pregunta a la otra “¿Se llama Mezquita (o algo así pronuncia), la que arregla la capilla de la iglesia?” “Sí, así se llama”, responde la otra. “Es que así la encargo que me haga un ramito de flores para la casa”, explica la primera… y así siguen hablando, en tanto que la mascota de la primera va suelta y deja pringues a lo largo de la entrada de la urbanización El Bosque, sin que nadie se encargue de recogerlos. Prosigo hacia arriba en dirección hacia las macras con mi perra Gala y paso por una acera llena de maleza y un cartel que anuncia no sé qué y que algún vecino ha enmarañado con rotulador bautizando a tal itinerario como Calle de la Mierda. Aún así llevo en la mano una bolsa por si mi mascota hace algo impropio y deja su impronta sobre la sucia acera para recogerlo y depositarlo en un espacio acomodado al principio de la subida de tal calle donde están ubicados viejos contenedores que hacen acorde estético con la susodicha rúa.

Bajo de nuevo y me detengo frente al antiguo crucero y observo los extraños maderos que en su día colocó el actual gobierno municipal para de ese modo querer delimitar el espacio de la subida de los vehículos y convertirlo en calzada exclusiva de sentido único de subida hacia las urbanizaciones realizadas en lo que otrora fuera monte comunal, As Estelas y Vista Real. Los referidos maderos me hacen pensar en el también grisáceo personaje que es el alcalde del PP, taciturno y cuasi con orejeras que no vislumbra futuro alguno emprendedor para la villa como no sea el que resulte de la imaginación que haya heredado de sus ancestros, es decir, dejar a la villa de Baiona en un permanente despropósito de hormigón, maleza e inmuebles derruidos.
Es un leve pesar del que no logro escapar cada día que salgo de mi vivienda y frecuento cualquier itinerario de calle, plaza o paseo. Un municipio vacío de calor y ánimo, un municipio desalojado de viejas aspiraciones o patrocinios de esperanzadores visos y, por tanto, huido de cualquier efervescencia cultural o empresarial y alejado de emprender itinerarios innovadores de evolución y progreso.
Eso sí, el que otrora fuera periódico, y hoy gacetillo Faro de Vigo, en su página del Val Miñor , anuncia en pequeña columna que “Baiona cierra el mandato con deuda cero”, informe preelectoral que realiza el ya alcalde en funciones, Jesús Vázquez Almuiña, congraciándose, además, que las arcas municipales cuenten al final de esta legislatura con un remanente de tesorería de más de 1,8 millones de euros.
Y yo, pesaroso personaje para algunos cativos de este municipio, vuelvo a pensar en la grafía del cartel, en los ramitos de flores de primavera para la vivienda de la vecina, en el Jesús de los maderos…. y en tantas y tantas perniciosas cosas que día a día me agotan y me sofocan. No preocuparos, son cosas de la edad y de la memoria.