El Neofascismo se recrudece y no se debe ni se puede silenciar sus consecuencias demoledoras. Soslayar y banalizar lo que viene ocurriendo en España en donde los territorios (municipios, provincias, regiones, autonomías, nacionalidades...) se convierten en oponentes y en el transcurso de ese intermedio se va permitiendo el resurgimiento de ideologías pretéritas fascistas no deja de ser una grave irresponsabilidad por parte de la ciudadanía y los políticos a los que se votan. No valen silencios hábiles hipócritas, ni medias tintas o vaguedades confusas sino un rechazo comprometedor y explícito. Palabras que se confunden con ruido y gestos anodinos de nivel bajo o perverso no caben en ninguna democracia, pues crean un clima asfixiante donde odio y crispación crecen al estilo de un parto de violación de la dignidad de los seres que conforman esta humanidad. El único modo de que no vaya calando sutilmente esta degradación humana es aislar el peligro letal que nos acecha con una condena firme, urgente y contundente de cualquier actuación política que nos conduzca irreversiblemente a un estallido social violento que nos haga caer en ese error de repetir nuestro pasado cruento y bélico. Es hora, pues, de despertar y alejar estas innobles pesadillas. Vicente Montejano Conejero 25/05/2021. 19.42 h
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