Un estuario es como la propia vida. Nacemos y nos vamos. El río nace y se funde con el océano, haciendo que el estuario no sea precisamente un lugar de muerte sino de transformación y encuentro con otra nueva vida; dulce con salitre se admiten y crean dos imágenes grandiosas y extensas como los ríos y los océanos. De la Madre Naturaleza todavía poco ha aprendido el ser humano. Admitirse e irradiar bondad, encanto y ternura, así debería ser la réplica de nuestro universo, que sintetiza matemática y química.
FOTO: Vicente Montejano Conejero
