MI TRAÍDA AL MUNDO
Vine al mundo en un pequeño pueblo que se hizo ciudad para luego convertirse –dicen- en capital del Reino, lugar que no es donde hoy ocupo vertical o asiento, y si las estrellas me guiasen tal vez diera con el ámbito donde mis ojos se abrieron antes de tenerme mi madre. De ahí ahora me fui esparciendo, acoplando, enfocando espacios y lunetas con un empacho de idas y vueltas, y cuando sin quererlo asalté el cielo, por razones que aún desconozco, salí, marché, me alejé y escapé, de manera que nunca estuve fuera o dentro sino a cada instante en los fondos de mi alrededor, de pequeñas cosas que son grandes y no las percibimos pero sí reconocidas a través de nuestros poros librando una lucha titánica con fiebre en los nervios, que nos deja sedientos sin redimirnos y que nos obliga a mamar la vida, energía donde emerge y fluye el eco transparente de los hechos y deja a la palabra en entredicho como supuesta verdad de convergencia con cada acto, lance u obra. Mi existencia, de errores repetidos y de otros reiterados, pongo loa a la dignidad, bondad y compañía, entendiendo ésta como parte y alma de la búsqueda común y el fuego interno de la amistad y el entendimiento, y pongo cerco a la cobardía, fachenda, empaque y petulancia de aquellos que postulan maldad o perversidad en campo ajeno. En tanto que la justicia despierta yo emprendo el cierre de procedimientos plenos de prevaricaciones y agravios y limito la entrada a mi privacidad sólo a los que amo y siento dejando fuera a elementos tóxicos y necios, recordando que quienes patinan una vez suelen ser reincidentes y los males que procuran y hacen para otros los van recibiendo a lo largo de su muerta vida. Desde El contraluz se ve los espejismos sabiendo quienes están fuera del punto de vista que uno emprende por el camino de la vida.