Ayer volví a ver EL QUE DEBE MORIR (Celui qui doit morir) de Jules Dassin (1957). Un film con un casting interesante de los que destaco a una de nuestras musas a lo largo de mi juventud, Melina Mercouri, junto a Maurice Ronet, Jean Servais, Pierre Vanek, Gert Froebe, Carl Möhner y Grégoire Aslan, Fernand Ledoux, entre otros.
En este film Jules Dassin aborda la manipulación y la insolidaridad que detonan la rebelión de los oprimidos guiados por el pope Fotis (Jean Servais) hasta la localidad Lycourisi donde se desarrolla la mayor parte de la acción.Es un largometraje interesante, valiente y honesto donde se lanza un grito contra injusticias como las expuestas en este film.
Puede que la perspectiva partidista y la desbordante necesidad de Dassin por mostrar su disconformidad con la violencia que perpetúa el control establecido jugasen en contra del resultado final, pero gracias a su sinceridad se contemplan imágenes vías, al tiempo simbólicas y cargadas de realismo. Este film parte del entusiasmo de quien sabe que puede expresar con libertad sus ideas (con las que se puede o no estar de acuerdo), su creatividad, su crítica y la emoción de aquel que siente que por fin puede plasmar cuanto le ronda por la mente. Por ello, pese a su aparente tono anticlerical, el tono de El que debe morir no lo es, pues es humanista, de fuerte carga crítica, que es posible provoque incomodidad al público al que obliga plantearse aspectos sociales e individuales que surgen de las imágenes que plasman la insolidaridad extrema y la manipulación religiosa del pope Grigoris (Fernand Ledoux), con la cual el religioso pretende mantener intacto un orden que poco o nada tiene que ver con el mensaje de la Pasión que los vecinos pretenden representar en el pueblo donde se erige dictador.
Este film está basado en la novela de Nikos Kazantzakis Cristo de nuevo crucificado, la película se ambienta en 1921, en suelo griego ocupado por los turcos, aunque la presencia otomana resulta secundaria, a pesar de ser vital al inicio (incendian la aldea donde los supervivientes inician su éxodo) o se individualice en Lycourissi en la figura del Agha (Grégoire Aslan), una especie de Poncio Pilatos que concede el permiso para representar la pasión de Cristo que la comunidad griega celebra cada siete años. Para ello, el consejo de ancianos, formado por los cuatro hombres más influyentes (el maestro, el usurero, el más rico y el pope) elige entre la población a quienes harán de apóstoles, de Maria Magdalena y del mesías que se sacrifica.
Curioso, pues ninguno de los elegidos, ni de quienes lo eligen, son conscientes de la importancia de ese instante de elección, ni que los actores responden de manera similar a quienes representan.
¿Qué es un apóstol, si no aquel que acude cuando lo necesitan? Se preguntan y se convencen mientras preparan sus personajes. Dicha necesidad la observan en el pueblo errante que acude a la villa en busca de ayuda. Pero allí se la niegan por temor a los cambios que pueden implicar su presencia, de modo que se les expulsa apoyados en la falsa enfermedad de cólera que les atribuye el pope dictador Grigoris.
Los hechos que se suceden provocan que el pope continúe adelante con su mentira, excomulgue a quien se oponga a sus designios, lleve a los suyos a las armas o exija al jefe turco Agha la cabeza de Manolios (Pierre Veneck), quien en su representación de Cristo no acepta el trato de favor del turco y se sacrifica por los oprimidos con quienes Jules Dassin indudablemente simpatiza.
El último plano es excepcional con los griegos oprimidos sin rendirse y con armas a la espera de enfrentarse en una lucha letal contra los griegos que siguen a Grigoris.
Cuando en su día se proyectó este film en el festival de Cannes (1956) fue recibido con disparidad de opiniones, pocas positivas (entre ellas la de Jean Cocteau) y muchas negativas, quizá por el carácter combativo de una película que no cayó bien entre la crítica conservadora, un film que no escondía ni su denuncia a la hipocresía institucionalizadas ni el infantil maniqueísmo de buenos y malos.
Vicente Montejano Conejero (27/10)