Si algún día el vuelo de mi vida aletease bajo sin hallar las huellas del camino que me conduzca hacia ti, redoblaré mis esfuerzos para que mi imaginación no se funda con el olvido de la ruta emprendida. Experiencias ajenas me avisan ha tiempo de que los abismos se entrecruzan enseñándonos sus fauces y que la turbiedad rompe inexorablemente las aguas cristalinas de la vida.
Si algún día iniciase ese roce con la pérdida del tiempo y mi existencia se hiciera opaca a la luz de la tierra, que la energía convertida nunca empañe la marcha sideral de nuestra galaxia y pueda así ser artífice de un nuevo mañana en cualquier estrella fugaz o estadía láctea, a fin de poder seguir soñando acompañado del fulgor astral y de eternos espacios por recorrer asidos a los recuerdos.
Si algún día sin aviso dejara de contar los días por quedar impávido ante la muerte, que al menos sepas que mi alma flotante seguirá navegando en búsqueda del horizonte en que tu figura se alce en un límpido reflejo amanecer y de ese modo visualizar tus manos tendidas y lograr ese deseoso abrazo cálido que pueda llevarme a ese litoral lacerante de luz y esperanza.
Si algún día llega, que la aurora boreal me acompañe al crepúsculo dorado donde las fundas del mañana guarden con sentido todo mi pasado en un cofre de cuero, días de oro, plata, bronce y chatarra, que aluden al brillante desdoro de dichas y desventuras de un pasado roto por los avatares de un futuro que nos lleva de donde partimos hacia un presente que siempre es futuro.