LA VENDA EN LOS OJOS

El incesante afloramiento de robos, desfalcos, evasiones y financiaciones ilegales en toda la escala administrativa y política, invalida ese cómodo expediente de personalizar las autorías y de ser casos aislados -con frases como las de Rajoy «quien las hace las paga, como se está demostrando»-, y eximirse corporativamente de las responsabilidades que haya lugar.
La ignorancia implica culpabilidad y no vale taparse de ignorar a la caterva de desalmados y desaprensivos que se enriquecen a tu lado a base de saquear recursos públicos.
Gobernar con la venda en los ojos es tan condenable como tapar el delito.
Este impasible presidente del PP y del Gobierno de España, así como la inhibición de toda la cúpula en pesquisas preventivas hace sospechar de la totalidad de esa cúpula y de su presidencia.
«La responsabilidad política por la corrupción se salda en las urnas», aduce el ministro de Justicia, Rafael Catalá, cuando la responsabilidad se salda en los juzgados. Hay que conocer muy bien España para pronunciar una frase así. Hay que tener una excelente y amplia cobertura: en urnas, telefónica y moral.
Y como añade García Alcalde: «El país está lleno de personas honorables y capaces que sienten la nobleza de la política como valor per se, lejos de toda codicia. Si acertasen en buscarlas y depositan en ellas la confianza institucional, sin hipotecas partitocráticas, nos evitarían la ira de sentirnos gobernados por delincuentes y el bochorno que causan ante la opinión internacional».
Sin duda, es la esperanza de esos biempensantes españoles, sin caer, obviamente, en esa esperanza aguerrida con vigilancia menor y lágrimas de cocodrilo.